El monólogo humorístico -o stand-up
comedy- que ironiza sobre la actualidad y sobre nuestra realidad más
cotidiana se ha asentado rápidamente en nuestro panorama audiovisual.
Para encontrar los orígenes del
formato actual debemos remontarnos a la Commedia dell'Arte de los siglos
XVI y XVII y al vodevil del siglo XVIII. Se conoce la existencia en el
siglo XIX de conferenciantes, tales como el escritor Mark Twain, que empezaron
a entretener a sus audiencias contando historias cómicas y creando personajes
vulgares que hablaban con fuertes acentos dialectales (Jones, 2009).
En España, el género empezó a popularizarse
a través de la televisión en los años noventa, pero no debemos olvidar que, en
cierta manera, existía ya una tradición propia de espectáculos cómicos
unipersonales. Por ejemplo, cuenta la biografía de Miguel Gila que en 1951 el
humorista subió a un escenario como espontáneo para improvisar un monólogo
sobre su experiencia como voluntario de guerra. Empezó, así, una carrera famosa
por sus gags de “diálogos figurados” al teléfono, cuyo costumbrismo lindaba a
veces con el surrealismo”. A finales de los años 90, fue el presentador catalán Andreu
Buenafuente el que estableció como costumbre abrir sus shows nocturnos en la
televisión catalana con un monólogo al más puro estilo americano.
Desde nuestra labor docente queremos poner
de relieve el enorme potencial didáctico del formato, no solo en su forma
escrita, sino ya en su forma vídeo. Es una herramienta para el desarrollo de
las siguientes competencias:
1.
Competencia lingüística: Los
monólogos pueden presentarse en el aula como magníficos ejemplos para el
estudio, sobre todo, del español coloquial, o de figuras del discurso, como
símiles, metáforas, hipérboles, personificaciones, ironía, etc.
Para el desarrollo de la competencia oral,
el formato del monólogo permite trabajar con nuestros alumnos para mejorar los
elementos de sus discursos expositivos (introducciones, captatios, ejemplos, anécdotas, progresión temática, argumentación…)
2. Competencia
cultural y artística: El monólogo resulta idóneo porque el alumno puede ver
y oír en el vídeo sus gestos y su entonación. Es importante que perciba y ponga
en práctica diferentes entonaciones que aportarán mayor expresividad a su
lengua.
3. Competencia social y
ciudadana: Se puede
poner el foco sobre los tópicos y estereotipos o en los cambios de rol del monologuista en el
discurso referido (acentos regionales como el andaluz o el gallego, o de grupos
como los gitanos o los “pijos”, y las valoraciones subyacentes en ellos). No
olvidemos que es nuestro deber como docentes el promover una reflexión
intercultural juiciosa sobre los estereotipos que sirven de base al humor.
Nosotros,
en clase de Proyecto Integrado de 4º de ESO, estamos trabajando esta forma
discursiva tanto desde el texto escrito como a través del discurso oral. Es muy
motivador ver a nuestros alumnos “pasárselo en grande” en esta clase, como
queda de manifiesto en el siguiente vídeo protagonizado por Manuel Caballero de la Fuente.
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